Aunque la palabra mero sirve para referirse a muchas especies del género Ephinephelus, nosotros en esta ocasión, por ser la primera, vamos a hablar de nuestro mero, el Epinephelus marginatus.
Para los que no sepáis de quién hablamos, se trata de ese elegante pez, de cuerpo ovalado, aplanado lateralmente, con el dorso de un color marrón verdoso salpicado de manchas amarillentas, coronado por una aleta dorsal de tonos anaranjados hacia el extremo y unas púas. El resto de aletas son algo más oscuras con un reborde blancuzco.
Característica boca de labios gruesos y mandíbulas potentes, la inferior más prominente, con las que se abalanza sobre cangrejos, sepias y otras presas.
Llegando a medir hasta metro y medio, por esta zona la pesca con arpón a influido considerablemente en el número de ejemplares así como en su tamaño, pero para los que nos estáis acompañando en los últimos años, podéis contemplar cómo nuestro peculiar amigo está empezando a disfrutar de la prohibición de la pesca, sobre todo en la isla de San Andrés, conquistando las zonas más rocosas, su hábitat preferido, donde mantiene un territorio más o menos fijo.
A pesar de ser un pez solitario, en la época de puesta, generalmente en verano, puede observarse un macho grande junto a varias hembras (no suelen superar los 80 cm). Y hablando de reproducción, un detalle curioso de esta especie es que a partir de los 10- 12 años, pueden observarse transformaciones de hembras a machos.
Con una esperanza de vida de hasta 50 años, es normal que acabemos tomándoles tanto cariño.
Característica boca de labios gruesos y mandíbulas potentes, la inferior más prominente, con las que se abalanza sobre cangrejos, sepias y otras presas.
Llegando a medir hasta metro y medio, por esta zona la pesca con arpón a influido considerablemente en el número de ejemplares así como en su tamaño, pero para los que nos estáis acompañando en los últimos años, podéis contemplar cómo nuestro peculiar amigo está empezando a disfrutar de la prohibición de la pesca, sobre todo en la isla de San Andrés, conquistando las zonas más rocosas, su hábitat preferido, donde mantiene un territorio más o menos fijo.
A pesar de ser un pez solitario, en la época de puesta, generalmente en verano, puede observarse un macho grande junto a varias hembras (no suelen superar los 80 cm). Y hablando de reproducción, un detalle curioso de esta especie es que a partir de los 10- 12 años, pueden observarse transformaciones de hembras a machos.
Con una esperanza de vida de hasta 50 años, es normal que acabemos tomándoles tanto cariño.
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