La curiosidad a veces nos hace encontrarnos con increíbles hayazgos. Si alguna vez os habéis asomado al interior de una nacra, seguro que lo habéis pensado al encontrar allí a un peculiar amigo, la gamba de nacar.
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A pesar de la habitual convivencia de la gamba de nacar con las nacras, esta relación no está estudiada en profundidad, y la merma del número de nacras en el mediterráneo no favorece lo contrario.
Si queréis contemplar a esta gamba solo tenéis que acercaros cuidadosamente a una nacra para evitar que se cierre de golpe.
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